Todo el país es atravesado por la crisis económica, la docencia no está exenta, consecuencia de la política de ajuste de Milei que golpea fuertemente al derecho a la educación.
En nuestro país, las y los docentes enfrentan salarios que en la mayoría de las provincias no alcanzan para cubrir gastos básicos. Cobran menos que hace veinte años, no llegan a fin de mes y enfrentan condiciones laborales cada vez más precarias. La crisis docente golpea fuerte y directamente al derecho a la educación: este año los sueldos docentes retrocedieron a niveles de 2005, tanto es así que en 20 de 24 provincias se ubicaron por debajo de la canasta familiar, es decir, sus ingresos están por debajo de la línea de pobreza.
Situación en las provincias
El gobierno de Milei ha venido implementando una serie de medidas que tienen impacto directo en la educación en todos sus niveles, haciendo aún más graves los problemas estructurales y desmejorando las condiciones de vida de sus trabajadores y por extensión, del sistema educativo.
Ya parecen ser sólo un recuerdo las políticas educativas en alza, como la Paritaria Nacional Docente o el Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID) -representaba en algunas provincias, cerca del 15% del salario docente- que constituían un piso nacional que le garantizaba el punto de partida a las negociaciones entre los sindicatos docentes y los gobiernos provinciales. Sin mediar debates estas herramientas fueron eliminadas por el actual gobierno nacional.
La enorme caída del salario, la falta de un piso nacional establecido han profundizado, entre otras cosas, las brechas interprovinciales para acceder al derecho a la educación. Si establecemos una comparación sencilla entre las distintas jurisdicciones (a partir de los ingresos y la canasta básica de cada región) encontraremos que el salario promedio de las y los docentes, a marzo de 2025, se ubicó por debajo de la Canasta Básica Familiar (representa 3,2 canastas básicas totales) en 20 de las 24 provincias, es decir, el ingreso está por debajo de la línea de pobreza, y acercándose peligrosamente a la línea de indigencia en las jurisdicciones más pobres. Las disparidades interprovinciales son alarmantemente marcadas: un docente en Neuquén, Santa Cruz o Tierra del Fuego percibió casi el doble que sus colegas en Catamarca o Mendoza.

En la Región Noreste, el par Chaco-Corrientes, cuyas capitales provinciales son limítrofes, comparten parte de la población docente y suelen mantenerse cercanas al promedio nacional, mientras que en la región Noroeste, el salario provincial suele estar por encima del promedio nacional. Por su parte, en la Región Pampeana puede verse un comportamiento dispar (La Pampa y Córdoba se mantienen por encima del promedio general, y Entre Ríos por debajo, mientras PBA oscila entre períodos). En Cuyo se destaca el caso de San Luis, cuyo salario era de los más altos, pero se produce un fuerte deterioro en los últimos años. Por último, la Región Patagónica donde en general no se supera el promedio nacional, aunque en la comparativa con el resto del país hay distancias abismales.
